Se celebra ahora el 50º aniversario de la película Psicosis, de Alfred Hitchock, una obra maestra del cine que ha envejecido bastante bien. Al margen de su excelente ambiente, de esa tensión constante que parece emanar de cada habitación del Motel Bates, Psicosis dio un paso importante en aras de la madurez del cine americano. Y es que consiguió diluir la estricta definición maniqueísta de la que adolecían la mayoría de los villanos de cine. A partir de este momento el "malo de la película" podía no serlo tanto, y aparece la figura del asesino perturbado, para el que el asesinato no es un ejercicio lucrativo sino una forma de liberación traumática o, sencillamente, una fuente de placer. El asesino no elige el camino del mal, sino que no es más que una víctima de su propia psique atormentada, y entra en juego la dicotomía malvado-enfermo, moviendo al espectador a compadecerse del que hace unos minutos condenaba.
Las ideas freudianas sobre la figura materna y la bipolaridad esquizoide se mezclan para crear un Norman Bates complejo y desasosegante, un asesino escondido en la piel de una persona educada y afable. Ahí reside gran parte del terror de la película, en la idea de que el simpático vecino del segundo pueda ocultar una personalidad siniestra y de que incluso nosotros mismos podamos perder algún día el sentido de la realidad.
Las ideas freudianas sobre la figura materna y la bipolaridad esquizoide se mezclan para crear un Norman Bates complejo y desasosegante, un asesino escondido en la piel de una persona educada y afable. Ahí reside gran parte del terror de la película, en la idea de que el simpático vecino del segundo pueda ocultar una personalidad siniestra y de que incluso nosotros mismos podamos perder algún día el sentido de la realidad.
1 comentario:
muy buena la crítica!!! te reto a que hagas una de mi vídeo JIJAJUUU :D
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