martes, 28 de febrero de 2012

Hostias sobre hielo

Siempre había oído que el hockey sobre hielo era un deporte bastante “sucio”, en el que se permitían empujones de toda clase para competir por el disco. Y también que era peligroso, pues nunca se sabe dónde puede acabar una de esos patines, con sus afiladas cuchillas. Pero no me esperaba lo que vi el pasado 16 de febrero en el Staples Center de Los Ángeles, en el partido entre LA Kings y Phoenix Coyotes.

Resulta que aparte de la mencionada laxitud del reglamento en lo que a contacto físico se refiere, están permitidas las peleas. Sí, peleas. Si un jugador está molesto con el juego sucio de otro y cree que los improperios verbales no le resarcen lo suficiente puede recurrir a sus puños y liarse a cates. Y los árbitros sólo se limitarán a mirar sin intervenir hasta que uno de ellos aparezca como claro vencedor.

Es chocante cómo en mitad del partido el juego se para, todo el mundo empieza a jalear y ves a los protagonistas arrojando el stick a un lado, quitarse los guantes y adoptar posición de boxeo. Hasta saltan a menudo los cascos de las hostias, y lo normal es que terminen tirados en el hielo, agarrándose, hasta que al fin los separan. Y por haberse peleado, cinco minutos de penalización en una salita al lado de la pista, separados, claro está, vayan a pelearse otra vez sin que el público pueda verlo. Porque lo que más suele gustarle a la gente que va al hockey son las peleas. Se vuelven loquitos, y hasta en los comentarios deportivos se habla de quién se peleó más durante la temporada o cuánta tensión hay entre los equipos.

Este deporte bebe de la América más cerril y sexista, la que defiende el derecho a llevar armas y la ley del más fuerte. Es otro ejemplo más del liberalismo extremo de la sociedad americana, aparte de por el ojo por ojo y el sálvese quién pueda, porque se ajusta a la demanda del público sin considerar ningún aspecto moral, sólo considerando la vía para conseguir más beneficios económicos. Así no creo que aprendan los niños americanos a solucionar los problemas dialogando. Así seguirán considerándose correctas intervenciones como las de Vietnam o Irak, los abusos de Israel o la falta de ayudas a los que no pueden pagar un seguro médico decente. Y allá cada uno que se las apañe como pueda.

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