martes, 24 de marzo de 2009

Metrópolis


Metrópolis, del director alemán Fritz Lang, es todo un documento histórico de la ciencia ficción. Rodada en 1927, esta película muda muestra una ciudad de un futuro distópico, Metrópolis, en la que los obreros están prácticamente esclavizados en el subsuelo, manteniendo las máquinas que permiten todas las comodidades a los habitantes de la superficie. En este contexto aparece Freder, hijo del Amo de Metrópolis, que se enamora de una profesora, María, que promulga la paz entre los obreros. Esto le lleva a unirse a la causa de estos últimos y a trabajar con ellos. Sin embargo, el asunto se enturbia cuando el inventor Rotwang (genial interpretación de Rudolf Klein-Rogge) pone en funcionamiento un robot antropomorfo (la famosa Hel) al que mimetiza como María para conducir a los obreros a la revolución.

A lo largo de los años, los rollos originales han ido perdiéndose y recortándose, y se ha difundido la película mediante numerosas versiones cronológicamente desectructuradas, alguna incluso coloreada y nada fiel al guión original. Por suerte, el año pasado hallaron una copia casi completa en el Museo del Cine de Buenos Aires.

Metrópolis introduce elementos del momento convulso en el que fue rodada. Por un lado representa una sociedad polarizada con enormes diferencias, pero rechaza la revolución obrera que el doble robótico de María promueve. Opta por una solución más cercana al nacionalsocialismo alemán, con una colaboración entre las clases sociales, ideología con la que simpatizaba la mujer de Lang, Thea Von Harbou, coautora del guión y autora del libro en el que se basa la película.

Pero no nos confundamos, Lang no seguía la línea de su esposa, más bien la contraria. De hecho, Lang repudió un poco la película porque consideraba que la ideología que plasmaba, representada en la primera frase del film "El corazón debe actuar como mediador entre la mano y el cerebro", era falsa. Sin embargo, en su momento Lang no se preocupó demasiado del guión, que utilizó como excusa para centrarse en aspectos técnicos y arquitectónicos. Con unos decorados y unos efectos especiales impresionantes para la época, Metrópolis es un reflejo de las grandes ciudades del mundo, en especial de Nueva York. Edificios enormes y ostentosos (en la superficie, claro) y marañas de carreteras, conforman el escenario idóneo para el comienzo de la distopía en el cine, en una época en la que se confiaba ciegamente en el progreso.

Una película que debe verse retrotayéndose al pasado y un punto de inflexión que marcaría la ciencia ficción de ahí en adelante.

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