domingo, 14 de junio de 2009

Brevísima Historia de la Astronomía (III)

He aquí, como cada domingo, otra entrega de la Brevísima Historia de la Astronomía, en la que ya aparecen los primeros modelos planetarios "serios" y aparece la figura de Ptolomeo.

En cuanto a los movimientos planetarios, Eudoxo propuso la solución del hipopede, que consideraba varias esferas coincidiendo en la órbita de cada cuerpo celeste. Por otro lado, un inquieto Aristarco de Samos intentaba medir las distancias a los diferentes astros, proponiendo incluso la idea de que la Tierra se moviese. El hecho de pensar que el mundo en el que estamos, tan aparentemente estático, se mueva, sí que es algo notable, la solución difícil frente a la de considerarnos algo especial en el Universo. Naturalmente, fue un incomprendido en su época, entre otras cosas porque era incapaz de probar sus afirmaciones.

Reacio a desligarse de las figuras circulares para describir los movimientos celestes pero no contento con los modelos actuales, Apolonio de Perga buscó como alternativas a la hipopede de Eudoxo varios movimientos, como las epicicloides. Mientras, Hiparco de Nicea catalogaba las estrellas e intentaba describir un modelo que reflejase la variación de velocidad en las órbitas de los planetas.

Ya en el siglo II d.c, Ptolomeo compiló en una extensa obra, el Almagesto, todo lo que se conocía acerca de los movimientos astronómicos. Construyó asimismo un modelo planetario basado en la idea del ecuante, un punto simétrico a la Tierra respecto del centro de la órbita de cada planeta. De esta forma podían explicarse los movimientos retrógrados de los mismos, pero ponía el modelo lunar en un serio aprieto: el satélite terrestre variaría su tamaño entre 33 y 64 veces el radio de la Tierra.

En el modelo ptolemaico todo el sistema estaba “relleno”, es decir, las capas de los planetas se sucedían sin dejar espacio vacío entre ellas. Así, se obtuvo un modelo con unas dimensiones bastante reducidas: unos 125 millones de kilómetros.

Alrededor de esta época, Roma conquista Grecia y se empapa de su cultura, salvaguardando su transmisión. Sin embargo, el cerco al Imperio por parte de las tribus bárbaras provoca el declive de Roma, que finalmente termina fragmentada, en parte por culpa de la mala gestión del gobierno, que permitía enrolar en las legiones mercenarios extranjeros, y por la vida acomodada que les gustaba llevar a los patricios.

3 comentarios:

evita de evitar dijo...

Eres un máquina!

BobdieGJG dijo...

Solo un fallito, porfa, la letra mas grande que se me caen los ojos!!!!

Dedalus dijo...

Uy, lo siento. Es que no sabía cómo separar el estilo de la introducción. Intentaré solucionarlo en la próxima entrega.