Bueno, el Salón del Cómic de Granada se acerca a su clausura y es hora de un pequeño balance. Y digo pequeño porque el poco (pero suficiente) tiempo que he pasado allí tampoco me dan para una crítica exhaustiva. Personalmente, ha sido una gozada, sobre todo por haber podido estrecharle la mano al gran Azpiri y haber conseguido un Mot dedicado en la contraportada de un libro de Zack Galaxy, trilogía de la colección Alfaguay escrita por Jordi Sierra i Fabra e ilustrada por Azpiri que leí con 7 u 8 añitos.
En cuanto a adquisiciones se refiere, no he podido encontrar El Arte de Volar, de Altarriba y Kim, elegido por los lectores de La Cárcel de Papel (y por el propio Álvaro Pons) como mejor cómic del año pasado. Al final me he decidido por Paracuellos, de Carlos Giménez (del que publiqué una entrada hace poco), y From Hell, de Alan Moore, obra maestra del comic-book que estoy deseando releer.
Este año ha habido quizás más presencia de cómic occidental, cosa que se agradece, y el número de stands se ha reducido algo, aunque éstos parecían mejor seleccionados y había más amplitud en los pasillos, normalmente atestados. Aunque, como le oí decir a Azpiri, "esto no es Barcelona", el Salón es una buena oportunidad para la gente de la zona de conocer a algunos de sus autores favoritos (generalmente del género de superhéroes), comprar algún que otro tebeo de segunda mano o ponerse al día en las novedades editoriales.
Y, por supuesto, también es curioso todo el elenco de personajes disfrazados que se pasean por allí, algunos caracterizados de forma genial. Aunque parezca mentira, el disfraz que más ha llamado la atención este año (hasta tres personas vi de eso) es el de Tío 'la vara, el superhéroe de pueblo que aparece en el programa La Hora de José Mota. Lástima que a los pocos disfraces originales y con gusto se le una toda una caterva de "narutos" y "bleaches", muchos sin ningún pudor en lucir partes de su cuerpo que mejor estarían ocultas; adolescentes obsesionados con el anime y el manga de masas que convierten un evento cultural de cómic en un Salón del Frikismo. ¿Se puede pretender ser alternativo y a la vez sucumbir ante toda la industria de merchandising creada en torno suya?
En cuanto a adquisiciones se refiere, no he podido encontrar El Arte de Volar, de Altarriba y Kim, elegido por los lectores de La Cárcel de Papel (y por el propio Álvaro Pons) como mejor cómic del año pasado. Al final me he decidido por Paracuellos, de Carlos Giménez (del que publiqué una entrada hace poco), y From Hell, de Alan Moore, obra maestra del comic-book que estoy deseando releer.
Este año ha habido quizás más presencia de cómic occidental, cosa que se agradece, y el número de stands se ha reducido algo, aunque éstos parecían mejor seleccionados y había más amplitud en los pasillos, normalmente atestados. Aunque, como le oí decir a Azpiri, "esto no es Barcelona", el Salón es una buena oportunidad para la gente de la zona de conocer a algunos de sus autores favoritos (generalmente del género de superhéroes), comprar algún que otro tebeo de segunda mano o ponerse al día en las novedades editoriales.
Y, por supuesto, también es curioso todo el elenco de personajes disfrazados que se pasean por allí, algunos caracterizados de forma genial. Aunque parezca mentira, el disfraz que más ha llamado la atención este año (hasta tres personas vi de eso) es el de Tío 'la vara, el superhéroe de pueblo que aparece en el programa La Hora de José Mota. Lástima que a los pocos disfraces originales y con gusto se le una toda una caterva de "narutos" y "bleaches", muchos sin ningún pudor en lucir partes de su cuerpo que mejor estarían ocultas; adolescentes obsesionados con el anime y el manga de masas que convierten un evento cultural de cómic en un Salón del Frikismo. ¿Se puede pretender ser alternativo y a la vez sucumbir ante toda la industria de merchandising creada en torno suya?
1 comentario:
Muerte a las mollas de las gordas¡¡xD
Publicar un comentario