A sus 75 años, el cantante canadiense Leonard Cohen consiguió reunir anoche en la plaza de toros de Atarfe (Granada) a unas cinco mil personas alrededor de su profunda y cavernosa voz. Agobiado por presiones económicas, el maestro se vio obligado el año pasado a volver a los escenarios y a grabar Live in London, un disco en directo en el que recorre sus temas más importantes. Y es precisamente este disco el eje central de esta gira y el que repasa casi íntegramente en todos los conciertos.
Con su chaqueta negra y su típico sombrero de ala corta, Cohen salió puntual al escenario con todo su equipo y comenzó con Dance me to the end of love. A partir de aquí fueron sucediéndose los clásicos y el ambiente fue animándose: The future, Bird on the wire... y tras el descanso de 15 minutos el público estaba ya preparado para recibir Suzanne, Hallelujah o Tower of song. El clímax llegó con Take this waltz, que no podía faltar en un concierto granadino, pues su letra es la traducción de un poema de Federico García Lorca (Pequeño vals vienés). Cuando llegaron los bises, muchos de los que estabamos sentados en el ruedo nos levantamos y nos acercamos al escenario. Entonces llegaron So long, Marianne, First we take Manhattan o Closing time, que el público acogió con un fervor casi religioso.
Casi tres horas de concierto en la que Cohen se entregó al máximo, agachándose y levantándose como un pipiolo y marchándose del escenario dando saltos, ofreciendo al público su magnífica voz, que el transcurrir de los años ha hecho enronquecer, otorgándole aún más personalidad que en sus inicios. Todo acompañado por su numerosa banda, cuidadosamente seleccionada, en la que cada miembro (9 en total) tocó varios instrumentos a lo largo de la velada. Los solos que cada uno se marcaba (especialmente en I'm your man, en la que participaron por orden todos como solistas) eran acogidos con una reverencia del maestro, que se descubría ante ellos. Hay que destacar el virtuosismo del maño Javier Más (sí, un español), con su bandurria y guitarra española, que dominó el comienzo de Who by fire? con una agilidad de dedos prodigiosa. También hay que quitarse el sombrero ante el coro, formado por las hermanas Charlie y Hattie Webb y por Sharon Robinson, cuyas voces quedaban a la altura de la del canadiense.
Sin embargo, hay que lamentar las condiciones en las que estaban los espectadores del ruedo, cuyos asientos pleglabes estilo Feria de abril y la gran concentración de éstos no se correspondían con el alto precio de las entradas.
Quienes no hayan podido ir al concierto granadino, quizás puedan asistir a las citas que le quedan en nuestro país: 15 de septiembre en Zaragoza, 17 en el Bec de Bilbao y 21 en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Una genial oportunidad (espero que no la última) para escuchar en directo la increíble voz del canadiense.
1 comentario:
vaya conciertoooo (aunque la media de edad era de cuarentaypico años, eso sí) ^^
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